Este texto es una recreación de la mini-charla preparada para la mesa redonda de Blogs&Ciencia que tuvo lugar este viernes en planetario de Pamplona. Comparti mesa y conversación con Jose Luis Orihuela, Joaquín Sevilla y Javier Armentia como moderador. Es una recreación porque no seguí un texto sino que improvise sobre varias ideas que traía anotadas aunque la esencia es la misma. Mas adelante, intentaré poner un enlace con el video de todas las intervenciones.
Mi nombre es Ambrosio Liceaga y vengo a presentar un tercer punto de vista. Yo no soy profesor universitario como mis compañeros de mesa, ni científico en activo. Soy ingeniero industrial pero tampoco hablo de mi trabajo en el blog. Así que me gustaría comentar el papel de los blogs escritos por no profesionales como yo. Y la relación que pueden tener con algo tan diferente como el gran premio de formula 1 de Valencia.
Una de las muchas maneras de clasificar los blogs seria dividirlos en dos categorías. Los primeros serian los escritos por profesionales en activo, en este caso científicos que comentan su trabajo. Históricamente ha habido grandes científicos que además han sido divulgadores como Carl Sagan. Afortunadamente hay muchos herederos que ahora escriben blogs de referencia. Son una fuente de información muy importante para temáticas concretas y limitadas. Pero yo no soy un científico en activo, así que en esa clasificación estaría entre los blogs escritos por aficionados, leídos fundamentalmente por aficionados y destinados, al menos en parte, a crear afición.
Crear afición es algo importante. Es una herramienta que permite cambiar muchas cosas. Como ejemplo podemos pensar en el fenómeno de la Formula-1 en España. De ser casi desconocida a batir records de audiencia. A su alrededor han crecido revistas, blogs del motor y hasta comentarios en la cafetería. La gente utiliza frases y expresiones hasta ahora desconocidas. Discute sobre aceleraciones y circuitos, sobre potencia de motores y tipos de neumáticos. Y, al menos en algunos de los mas jóvenes, esta afición será lo bastante duradera para permanecer toda su vida. Mi conclusión es que si se presenta de forma interesente, el publico general no tiene problema en aprender. Sinceramente me encantaría contribuir a que sucediese la ciencia. Así que, en primer lugar, escribo porque creo que conozco algo interesante y quiero enseñarselo a mas gente.
Tener una afición detrás tiene muchas ventajas. Por ejemplo, te consigue suficiente apoyo para proyectos que años atrás habrían sido imposibles. El circuito urbano de formula 1 de Valencia ha implicado invertir entre 80 y 100 millones de euros y ha sido construido en menos de un año. Las justificaciones nos hablan de la creación de puesto de trabajo, de la promoción del turismo y del desarrollo de la imagen de la ciudad. Son buenos argumentos pero no solo para esta inversión. Sirven para un museo como el Guggenheim, para un planetario o para una gran instalación científica. Todos generan puestos de trabajo, mejoran la imagen de su ciudad y, bien gestionados, pueden atraer turismo. Si se ha elegido esta inversión, entre otras muchas posibles, es, al menos en parte, por la afición a la Formula 1 que se ha desarrollado en los últimos años. ¿Porque no se invirtió el dinero en ciencia y tecnología? Básicamente porque el público o sus representantes eligen gastarlo en otros temas. No lo critico, me limito a recordar un hecho. Pero si queremos seguir descubriendo cosas se necesita el apoyo de las personas que lo pagan. Y como me gusta la ciencia, me encantaría que las prioridades en los gastos fuesen un poco distintas. Por poco mas de cien millones la ESA envió la sonda Smart-1 a la Luna.
Crear afición a la ciencia sirve para más cosas. Añade curiosidad y ganas de aprender y puede cambiar nuestra visión de mundo. Algo que es cada vez mas necesario. La semana pasada pase unos días de vacaciones en Nueva York, una ciudad imposible sin ciencia y tecnología. Ciencia de materiales en los aceros de alta resistencia que forman los edificios y tecnología imprescindible para necesidades tan sencillas con el agua corrientes a trescientos metros de altura. En nuestro hotel disfrutábamos de pantallas planas junto a cada cama y soportes para el Ipod en cada habitación. Y baños compartidos, porque aun tengo una hipoteca que pagar. Pero, entre tanta tecnología, destacaban los botones del ascensor. Teníamos un 12 y un 14 pero faltaba el trece. Y si subíamos las escaleras podíamos pasar de la planta doce a la catorce con un solo paso. En el país mas avanzado del mundo, hay hoteles sin la planta 13 parr no asustar a los visitantes.
Veo gente que se sonríe pero no deberíamos hacerlo. Volví a España en un estupendo Airbus 340 de Iberia. Un enorme avión de cuatro motores que representa lo mejor de la tecnología aeroespacial europea. Y no tenia fila 13. Las mismas personas que confían en la tecnología para volar miles de kilómetros a 10.000 de altura no quieren sentarse en la fila trece. Podemos sacar muchas conclusiones de esto pero hoy yo me quedaría con una. Necesitamos crear en la gente la afición a la ciencia y la curiosidad por hacerse preguntas sobre el mundo que les rodea. Y cuando lo hagan, debemos estar preparados para proporcionarles respuestas sencillas en un lenguaje que puedan entender. Yo espero que mi blog, entre otros muchos, sirva para ello.