“Deshojar la margarita” es un frase errónea a varios niveles. No se trata de una única flor y, en realidad, cada uno de sus pétalos que arrancamos es un flor en si misma. Una flor especializada y estéril que ayuda a llamar la atención sobre sus compañeras.
Una flor pequeña y un semilla pequeña. Eso es todo lo que una hoja de hierba puede necesitar para reproducirse. O un árbol. El único truco es utilizar el viento para distribuir el polen. A cambio sus flores son mucho menos llamativas ¿alguien recuerda como es la flor de un pino? Otro efecto secundario es que mucho de ese polen acaba perdido y provocando reacciones alérgicas a los humanos que visiten ese bosque.
Como alternativa si no quieres confiar en el viento puedes utilizar la ayuda de los insectos. Debes sobornarlos con néctar pero lo primero es llamar su atención. Si eres una planta relativamente grande, puedes crear una flor adecuada para ello pero hay quien ha intentado una idea diferente. Hay todo una familia de plantas (las Asteraceae) cuya idea es crear agruparse para ser mas visibles. Y nuestra querida margarita, o el girasol, pertenece a esa familia.
El termino botánico es inflorescencia. Básicamente es unión de decenas o cientos de pequeñas florecillas que se agrupan y simulan la forma de una flor mucho mas grande como puede verse en la fotografía. Pero cada una de ella es una flor completa capaz de reproducirse y dar fruto. En el caso de girasol, las pipas que tanto nos gustan.
Fuente: Wikimedia
Esta solución tiene sus problemas. Para empezar porque en una margarita o en un girasol tenemos muchas flores muy, muy cerca. Por si eso no es suficiente son flores hermafroditas. Normalmente el sistema inmunitario de las plantas favorece la reproducción sexual e intenta evitar que se creen clones aunque no siempre es lo consigue.
Así que no es una flor sino muchas. Los pétalos son otras flores. La planta en conjunto es bisexual, hermafrodita y, en ocasiones, puede llegar a clones de si misma (autopolinización es el termino botánico). No puedo evitar pensar que es una deliciosa ironía que se utilice como símbolo del amor más clásico y tradicional. Tal vez quien la propuso no sabia mucho de botánica. O quizas tenia sentido del humor.