La Luna no solo atrae al agua. La gravedad no hace distinciones así que tierra, mar y aire se desplazan siguiendo a la Luna. Tal vez no nos demos cuenta pero ¿Qué sabe un pez situado en el fondo, de las mareas del océano?
Empecemos explicando el tema de las mareas. Si la Tierra no tuviese satélite seria una esfera mas o menos estable, un terremoto por aquí, un desprendimiento por allá, pero sin grandes cambios cada pocas horas. La presencia de la Luna que, con su gravedad, atrae a cualquier cosa que este en nuestro planeta altera esta situación. Y como la fuerza de la gravedad depende la distancia atrae con más fuerza a los objetos situados mas cerca, los que se encuentran frente a su cara.
Sometida a las fuerzas variables procedentes de la Luna, (a veces ayudada por el Sol) la superficie se deforma creando dos abultamientos en los extremos. La rigidez de la corteza limita su deformación pero el suelo puede ascender de 30 a 50 centímetros.
No lo vemos porque no tenemos referencias para percibir el cambio. El caso del agua es diferente. Tenemos una referencia ya que el menor desplazamiento del suelo hace que podamos medir la subida de la marea. Este ascenso depende de varios factores. En primer lugar de la distancia a la Luna, que varia entre 363.104 y 405.696 kilómetros. En segundo lugar de la orientación respecto al Sol, que puede sumar su efecto y, por último pero no menos importante, de la geografía local que puede potenciar o disminuir mucho la altura. En general, las costas oceánicas tienen mareas mucho mas elevadas que los mares más pequeños.
¿Y la atmósfera? También se mueve pero aquí tenemos aún menos referencias. Como un pez en el fondo tenemos problemas para estudiar la superficie. Lo que si podemos hacer es medir las variaciones en la presión que provoca una ola. El efecto es muy pequeño, apenas 100 microbares , aproximadamente el 0,01 por ciento de la presión normal en la superficie. En comparación la variación de la presión en el fondo del océano puede ser del 0,1 o el 0,2 por ciento. En ambos casos, el cambio queda totalmente oculto entre las variaciones provocadas por el clima y solo cuidadosos análisis estadísticos pueden descubrirla. Incluso la dilatación térmica, provocada por el Sol cuando amanece, genera un cambio de presión 20 veces más intenso en la atmósfera
Pero aunque los resultados sean distintos la causa es la misma. La Luna nos atrae a todo y a todos por igual. A veces tanto como para soñar con visitarla.