Hay una ladera que lleva 300 años en movimiento. Y no es pequeña. 20 millones de metros cúbicos de rocaque se desplazan en un frente de seis kilómetros. La gran pregunta no es porque se mueve, la gravedad es la culpable. El problema es explicar porque ha mantenido su movimiento tanto tiempo y a un ritmo más o menos regular. La respuesta puede ayudarnos a comprender mejor otras avalanchas más rápidas y peligrosas.
Estudiar el deslizamiento de un material granular que varia en composición y tamaño es un problema realmente complicado. E interesante. Un factor muy importante es la cantidad de agua. Como cualquier niño playero podría explicarnos, la cantidad de agua es crítica para crear un buen castillo. Poca y el material no tendrá consistencia. Demasiada y se desmoronaría convertida en barro. Los deslizamientos de tierra son un problema que va en aumento por la desertificación, ya que las plantas actúan como una malla que retiene el terreno. De ahí la importancia de encontrar un buen modelo que permita estudiarlos.
Imagen: Slumgullion Earthflow National Natural Landmark
En un sistema natural, el equilibrio puede ser extraordinariamente delicado. Es fácil que se desestabilice y provoque una avalancha. Por eso la Slumgullion Slide (ver en Panoramio) es tan llamativa. A los científicos les permite un estudio constante de un deslizamiento "a cámara lenta". Siendo precisos, la zona fue formada por dos deslizamientos. El primero hace 700 años bloqueo un río formando el lago San Cristóbal. El segundo comenzó hace 300 años y sigue desplazándose a una velocidad de entre 0,15 a 7,3 metros por año. Sin embargo, hay variaciones según la época del año. Cuando llueve, el agua se infiltra a un ritmo que varia según su intensidad. Esta agua actúa como un lubricante que facilita el movimiento de las capas de roca y tierra. La presencia de hielo en la superficie, la humedad de las capas superiores y la temperatura actúan como reguladores del proceso. Pero aunque el agua define el equilibrio principal, hay otros elementos en juego. Algunos estudios indican que las diminutas variaciones de la presión atmosférica provocadas por el ciclo día-noche son capaces de variar el ritmo de desplazamiento.
La pregunta, todavía sin respuesta, es como afectan todos estos elementos a las avalanchas habituales, mucho más rápidas y peligrosas. De momento, sensores de humedad, temperatura, presión, contenido en agua de terreno, posicionadores por G.P.S., fotografías aéreas y análisis de radares mediante interferometria han convertido esta montaña en uno de los trozos de terreno más analizados del mundo. Esperemos que tengan éxito.