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Plata para ganar la guerra

(18/01/2010)

A principios de 1943, 15.000 toneladas de plata fueron sacadas en secreto del  West Point Bullion Depository, un edificio perteneciente al departamento del Tesoro norteamericano y que almacenaba sus reservas de plata. El destino de esta enorme cantidad de metal era una instalación mucho más secreta llamada Y-12. La plata se había convertido en un elemento imprescindible para la construcción de las futuras bombas atómicas.

La plata y el oro han sido utilizados como moneda durante milenios. En tiempos modernos pasaron a ser sustituidos por el papel pero hasta 1973, hasta la quiebra de los acuerdos de Bretton Woods, este papel estaba respaldado por reservas de metales preciosos. Cámaras llenas de metal almacenado sin un uso inmediato pero que eran necesarias para mantener el valor de una moneda. Aunque cuando llegan las guerras, nada puede  quedarse parado y sin uso.

A principios de 1943, los Estados Unidos llevaban casi un año de  guerra en dos frentes. El reciclaje de materias primas se consideraba un deber patriótico  y todos los metales escaseaban. Entre ellos, el cobre era casi insustituible por su buena conductividad eléctrica y escaseaba incluso para proyectos estratégicos y de alta prioridad. Entre ellos, el proyecto Manhattan para el desarrollo de las bombas atómicas.

Un paso crítico  en el proyecto Manhattan era la separación del uranio en dos isótopos: el U-235, muy escaso e imprescindible para fabricar la bomba, y el U-238. Dado que su comportamiento químico es casi idéntico, se intentó separarlos por su diferencia en densidad. Sin embargo, esto no era fácil porque la diferencia es muy pequeña. Además, era necesario disponerlo en forma de gas, generalmente hexafluoruro de uranio. La diferencia de peso entre una molécula de hexafluoruro con U-235 y otra con U-238 es diminuta.  Para separarlas se ensayó la centrifugación, la difusión a través de membranas  y la separación por campos electromagnéticos.

Diagrama de funcionamiento de un calutrón. Fuente: Wikipedia


La base de este último método es la utilización de calutrones. Este aparato utiliza intensos campos magnéticos para desviar un flujo de moléculas como se ve en la imagen.  Y la diferencia de masa hace que el elemento más pesado se concentre en la parte inferior. Para generar estos campos era necesario fabricar grandes bobinas de cable conductor. Y, simplemente, no se disponía de suficiente cobre para este proyecto. Sin embargo, la plata es aún mejor conductora de electricidad. Y miles de toneladas estaban almacenadas sin ningún uso práctico.

El proyecto Manhattan era una buena opción para utilizarlas. Totalmente secreto y rodeado de fuertes medidas de seguridad podía garantizarse que la plata no sería robada o perdida en combate. 15.000 toneladas de plata fueron sacadas de su depósito y convertidas en bobinas de cable para actuar como electroimanes en los calutrones.

Actualmente este método se considera obsoleto porque requiere un excesivo consumo de energía. Para separar el uranio se utilizó 100 veces la energía liberada por la explosión de Hiroshima. En total, la instalación Y-12 produjo unos 34 kilogramos de U-235 a un coste de unos 5.000 millones de dólares de la época.  Este coste no incluye la plata. Como una buena muestra del poder del reciclaje bien organizado el 99,96 % de la plata se recuperó  al desmontarse la instalación.
 

Etiquetas: física, historia
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