Hace 2.400 años, Aristóteles era un hombre muy ocupado. Además de filósofo fue el primer en desarrollar la lógica, la biología o la anatomía. En sus ratos libres propuso que la Tierra era un esfera y dio algunas clases a Alejandro Magno. Así que es comprensible que, 2.000 años después, James Cook dedicase parte de su primer viaje a buscar un continente que era un puro invento basado en sus ideas.
La simetría era parte del pensamiento griego pero a veces lo llevaron demasiado lejos. Una de sus conclusiones era que los continentes sobre la Tierra debían distribuirse de una forma mas o menos regular para "equilibrar" el planeta. Esto implicaba la existencia de un enorme continente al sur del planeta que equilibrase la masa terrestre del hemisferio norte. Aristóteles fue el primero en proponerlo y su opinión fue aceptada por geógrafos posteriores. Era una hipótesis arriesgada ya que las exploraciones reales eran muy limitadas y apenas recogían un cuarto de la esfera terrestre. El territorio al sur del Ecuador era desconocido pero se sabía que era muy extenso gracias a los cálculos de Eratostenes, un importante geógrafo y astrónomo que fue capaz de calcular el diámetro de la Tierra y su distancia a la Luna. Y donde los exploradores no habían llegado, la imaginación ocupo su lugar.
La idea, como otras muchas, fue casi olvidada durante la edad media. Pero cuando se iniciaron las grandes exploraciones oceánicas la teoría de la gran tierra del sur volvió a surgir con fuerza. Y se convirtió en un tema de moda al descubrirse los primeros indicios de la costa australiana a principios del siglo XVI.
Imagen: Mapamundi de Abraham Ortelius (1570) incluyendo la supuesta Terra Australis. Fuente: Wikipedia
Esta era la situación cuando James Cook emprendió su primer viaje por el Pacífico. Su misión oficial era observar el muy importante transito de Venus. Una vez realizada esta observación continuó hacia el sur, siguiendo órdenes secretas, para intentar localizar cualquier masa terrestre que pudiese reclamar en nombre del rey y su patria. Durante su viaje pudo cartografiar buena parte de la costa de Australia, y su vecina Nueva Zelanda demostrando que eran solo enormes islas. De existir, Terra Australis tendría que estar aún más al sur. Lo volvió a intentar en sus dos siguientes viajes pero no podía encontrar lo que no existía. A cambio consiguió fue circunnavegar la Antartida y hacerse con una idea general que su posición y su tamaño.
Tuvo que admitirse que la superficie terrestre era muy diferente entre el hemisferio norte y el hemisferio sur. Y que el desequilibrio que temían los griegos era muy real. Sus consecuencias son numerosas pero hay dos muy claras en el clima y las corrientes marinas. La corriente del Golfo llega a Europa desde el Ecuador gracias a que esta encajonada entre masas terrestres. Gracias a ello, la temperatura en una latitud determinadas es mas alta en el norte de Europa que en el sur de America. Por otro lado, los gases destructores del ozono se producían principalmente en el hemisferio norte pero la perdida progresiva del ozono se detectó primero en la Antartida. El causante era el llamado vórtice polar, un flujo de aire alrededor de los polos que es mucho mas potente en el hemisferio sur dado que no es perturbado por continentes. Este vórtice aislaba la atmósfera sobre la Antartida impidiendo que el ozono se recuperase.
Supongo que la lección de todo esto es que el universo no sigue nuestras ideas preconcebidas. Y que, en ausencia de datos, basarse en principios de autoridad no ayuda. Mejor decir, Hypotheses non fingo
Esta anotación pertenece a la serie 20 ideas que fracasaron.