Comentando “50 maneras de destruir el mundo”

Nada mejor para empezar las vacaciones que un libro sencillo y fácil de leer. Si además tiene un titulo como “50 maneras de destruir el mundo”, la tentación era irresistible. Tras la lectura puedo decir que se trata de divulgación sencilla, que no requiere grandes conocimientos y permite disfrutar y aprender sin gran esfuerzo.

 

“50 maneras de destruir el mundo” es un obsequio de la editorial Ariel. Su autor es Alok Jha. Se trata de un físico con experiencia de divulgación ya que actúa como corresponsal científico para el diario “The Guardian”. No diré que tiene un blog sobre ciencia aunque la diferencia entre tener una columna propia o un blog dentro de un diario se esta difuminándose rápidamente. En ambos casos, todo se reduce a la calidad de los textos que incluya. En cualquier caso, es un autor con experiencia explicando conceptos de forma ágil y con una longitud limitada.

 

Este libro recoge esa experiencia y la aprovecha con habilidad. En unas 250 páginas se explican 50 escenarios que ocasionarían la destrucción de la civilización humana, bien por graves cambios en nuestra biología, por la destrucción del planeta o del mismo universo que nos alberga. Algunos son temas clásicos y casi imprescindibles en una recomendación de este tipo. Aparecen asteroides, el colapso ambiental, la guerra nuclear o un desastre nanotecnológico. Otros son menos conocidos, cómo la teoría de “bola de nieve” terrestre, aunque tienen una sólida base científica. Y, por último, se incluyen otros puramente especulativos. En algún caso se han incluido temas sugeridos por titulares de prensa más que por ciencia fiable. Un ejemplo sería la creación de agujeros negros masivos en el acelerador de partículas del CERN. En todo caso, el tratamiento de los temas es correcto y siempre se concluye indicando cuanto hay de posible o probable en cada final propuesto. Para el CERN se destaca que los rayos cósmicos generan, de forma rutinaria,  impactos tan energéticos cómo los producidos por el acelerador europeo. Y sin que el fin del mundo este a la vista.

 

El formato, y espacio, del libro no permiten explorar cada tema en profundidad pero lo convierte es un estupenda lectura veraniega.  La lectura de cada capítulo es rápida y no hay problema en interrumpir la lectura entre ellos y retomarla cuando se tenga tiempo. Como he comentado antes, una lectura ligera y muy apropiada para el verano.